En un movimiento sorprendente, la ciudad de San Francisco ha lanzado un programa innovador denominado «manejo alcohólico progresivo», que asigna $5 millones de fondos públicos para proporcionar alcohol gratis a alcohólicos sin hogar. Esta iniciativa, que ha estado en funcionamiento durante cuatro años, tiene como objetivo abordar la adicción de manera controlada, distribuyendo cerveza, vino y licores a aquellos que lo necesitan desesperadamente.
El programa, administrado por enfermeras capacitadas, se basa en una evaluación de los pacientes antes de servirles entre 1 y 2 tragos de alcohol hasta 3 o 4 veces al día. Las cantidades específicas incluyen 1.7 onzas de vodka o licor, 5 onzas de vino o 12 onzas de cerveza, con el propósito de mantener la adicción bajo control y evitar situaciones más perjudiciales.
Here the lead physician for SF’s managed alcohol program (MAP) explains how they justify giving alcohol to alcoholics ethically. They simply do not consider abstaining from alcohol as a possibility. Instead, they allow patients to exercise “autonomy” by making their own choices. pic.twitter.com/TPVjswpwe5
— Laura Powell (@LauraPowellEsq) May 11, 2024
Expertos involucrados en el proyecto afirman que esta estrategia es efectiva para mantener a los alcohólicos sin hogar fuera de la cárcel, los hospitales e incluso de la muerte prematura. Según ellos, proporcionar alcohol de forma controlada ayuda a reducir la criminalidad relacionada con la adicción, disminuye las visitas a emergencias médicas y, en última instancia, salva vidas.
Nurse Bartenders could take off like Hooters
Too bad it’s only for homeless alcoholics 🙄
San Francisco’s ‘Managed Alcohol Program’ provides housing and booze «according to need and desire,” with no expectation of reducing consumption 🍻😵💫🍸pic.twitter.com/O1By3dUz0J— Brendan (@BrendanMcInnis) May 11, 2024
Este enfoque novedoso ha generado controversia, con opiniones divididas sobre si proporcionar alcohol a los adictos es una solución válida o simplemente perpetúa el ciclo de la adicción. Sin embargo, las autoridades de San Francisco defienden el programa como una intervención humanitaria necesaria para abordar un problema de salud pública cada vez más grave.