
Durante siglos, la humanidad ha vinculado las fases de la luna con cambios en el comportamiento humano. Aunque muchas de estas creencias provienen de la tradición popular, la ciencia ha comenzado a investigar si existe una base real. Algunos estudios, como los publicados en la revista Psychiatry Research, sugieren que durante la luna llena pueden registrarse alteraciones en el sueño, lo cual influye directamente en nuestro estado de ánimo.
El sueño como mediador del equilibrio emocional
Una de las hipótesis más aceptadas es que la luz lunar, especialmente durante la fase llena, reduce la calidad del sueño, haciendo que las personas se sientan más irritables, ansiosas o emocionalmente inestables. Este patrón, aparentemente, se repite en diferentes culturas y latitudes, lo que sugiere un componente biológico más allá de lo meramente cultural o anecdótico.
Sensibilidad emocional en ciertas fases
Durante la luna nueva, cuando hay menos luz visible, algunas personas reportan sentirse más introspectivas o incluso melancólicas. Psicólogos argumentan que esto podría estar relacionado con el simbolismo de “inicio” que representa esta fase, lo cual activa procesos internos de evaluación o reflexión emocional. En contraste, las fases crecientes podrían impulsar mayor energía y acción.
¿Influencia o autosugestión?
Aunque todavía no existe un consenso absoluto dentro de la comunidad científica, hay evidencia que sugiere que al menos un efecto psicosocial está en juego. El conocimiento previo o la creencia en la influencia lunar podría actuar como una forma de autosugestión, modificando el comportamiento de las personas según la fase lunar. Así, la luna sigue siendo no solo un fenómeno astronómico, sino también emocional y simbólico.