
El gobierno de Estados Unidos implementó un aumento significativo en los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio. Desde el 4 de junio de 2025, la tasa se elevó del 25% al 50%. Esta medida fue anunciada previamente por la administración. Su objetivo es proteger la industria nacional de metales. Perciben prácticas comerciales desleales y sobreproducción global. La decisión, que presuntamente abarca importaciones de diversos países, exceptúa al Reino Unido. Este mantiene su arancel previo. Claramente, representa una escalada notable en la política comercial proteccionista del país.
Esta acción arancelaria, que duplica la tasa vigente, se alinea con la estrategia de priorizar la producción y el empleo dentro de Estados Unidos. La administración ha reiterado su meta: fomentar la autosuficiencia en sectores estratégicos para la seguridad nacional y la economía. Por lo tanto, la implementación de estos aranceles más elevados podría generar un cambio sustancial en los flujos comerciales y en las cadenas de suministro globales para estas materias primas.
Una consecuencia directa de este incremento arancelario podría ser el alza en los costos para las empresas estadounidenses que dependen de la importación de acero y aluminio. En consecuencia, esto podría repercutir en los precios de productos manufacturados, desde automóviles hasta bienes de consumo. Dicho impacto podría afectar el poder adquisitivo de los consumidores. Adicionalmente, esta medida podría provocar represalias arancelarias. Las naciones afectadas podrían responder, desencadenando una espiral de tensiones comerciales. También se espera una mayor fragmentación del mercado global de metales.