
La industria textil es una de las más contaminantes a nivel global. Desde la producción de materias primas, como el algodón o las fibras sintéticas, hasta los procesos de teñido y transporte, cada prenda genera un impacto ambiental considerable, incluyendo el consumo excesivo de agua, energía y la emisión de gases de efecto invernadero.
Además, la moda rápida o “fast fashion” promueve un consumo acelerado y desechable, lo que genera grandes cantidades de residuos textiles que terminan en vertederos o contaminando ecosistemas. Muchas prendas contienen microfibras que llegan a los océanos, afectando la vida marina.
Optar por ropa sostenible, hecha con materiales orgánicos o reciclados, y fomentar el consumo consciente, prolongando la vida útil de las prendas, son pasos clave para reducir este impacto y proteger el medio ambiente.