La onicofagia, o hábito de comerse las uñas, es común en niños y adultos, y suele estar relacionada con el estrés, la ansiedad o el aburrimiento. Aunque parece inofensivo, puede causar daños en las uñas, infecciones y problemas dentales.
Para dejar este hábito, es útil identificar las situaciones que lo desencadenan y buscar alternativas, como apretar una pelota antiestrés o mantener las manos ocupadas. Aplicar esmaltes de sabor amargo y cuidar la apariencia de las uñas también puede ayudar.
En casos persistentes, la terapia psicológica es una opción efectiva para abordar las causas subyacentes y aprender técnicas de control del impulso. La paciencia y la constancia son claves en el proceso.