Un pasajero de 55 años, padre de tres hijos, vivió una experiencia frustrante al intentar abordar un vuelo de Frontier Airlines desde Raleigh hacia Boston. Según versiones preliminares, el hombre llegó con solo 50 minutos de anticipación, superando por 10 minutos el límite establecido por la aerolínea para el registro, lo que le impidió utilizar el quiosco de autoservicio. Ante esta situación, fue dirigido al mostrador, donde se le impuso una tarifa adicional de $25, generando una discusión con los agentes de la aerolínea.
Durante el intercambio, el pasajero expresó su molestia con un comentario crítico hacia la empresa, lo que aparentemente motivó a los empleados a llamar a la policía, tras lo que describieron como una amenaza de involucrarlos. Aunque no fue arrestado, se vio obligado a adquirir de urgencia un nuevo boleto con otra aerolínea por un valor de $500 para regresar a casa. La situación no solo interrumpió sus planes, sino que también dejó al descubierto tensiones en la atención al cliente de la aerolínea de bajo costo.
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Como consecuencia directa del incidente, Frontier Airlines procedió a reembolsar al pasajero tras la presentación de una queja formal. Sin embargo, el episodio ha generado cuestionamientos sobre el manejo del servicio al cliente y la transparencia en los cargos adicionales. Este caso podría afectar la percepción de la marca y alimentar el debate sobre las prácticas de las aerolíneas low cost en situaciones imprevistas.