Muchas veces asociamos el amor con la entrega total, la comprensión incondicional o el sacrificio personal. Sin embargo, establecer límites es una de las expresiones más sanas y profundas de afecto. Decir «hasta aquí» cuando algo nos hiere, incomoda o sobrepasa no significa rechazar al otro, sino proteger la relación y a uno mismo desde el respeto.
Límites que fortalecen vínculos
Cuando una persona define sus necesidades y expectativas con claridad, da al otro la oportunidad de conocerla auténticamente. En lugar de generar distancia, los límites fomentan la empatía, la confianza y la estabilidad emocional. El amor que respeta los márgenes del otro es menos impulsivo, pero más duradero.
Amor propio y relaciones sanas
Amar también es saber retirarse a tiempo, poner pausa a una dinámica tóxica o decir “esto no está bien para mí”. Amarse a uno mismo es el primer paso para amar bien a los demás. Y en ese camino, los límites no son muros, sino puentes bien construidos.