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Es un fenómeno casi mágico: pasas toda la tarde sin recibir una sola llamada, pero en cuanto entras a la ducha, te sientas a comer o empiezas a concentrarte en algo importante, el teléfono suena. ¿Casualidad? No tanto.

Este efecto tiene una explicación psicológica. Cuando estamos ocupados, nuestro cerebro está enfocado en una tarea y cualquier interrupción nos parece más notoria. En cambio, cuando estamos sin hacer nada, las llamadas o mensajes pasan más desapercibidos. Además, muchas veces las personas nos llaman en horarios en los que es más probable que estemos relajados, como a la hora de la comida o en la noche.

La próxima vez que tuene tu celular en el peor momento, no te preocupes: no es mala suerte, es solo la percepción de tu cerebro jugándote una broma.

Publicado por: Editor Minuto30

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