La administración Trump está desmantelando varios programas ambientales nacionales. Esta reorientación de políticas, aparentemente para reducir costos regulatorios e impulsar ciertos sectores, podría tener consecuencias económicas y sociales significativas a largo plazo para los estadounidenses. La reducción de protecciones ambientales podría afectar la salud pública y la calidad de los recursos naturales.
La menor supervisión ambiental podría resultar en mayor contaminación del aire y agua, con costos en salud y ecosistemas. Sectores como turismo y agricultura, dependientes del ambiente, podrían verse afectados. La relajación de normas de emisiones podría influir en la competitividad global de las empresas.
Desde la gestión de riesgos y la responsabilidad corporativa, las empresas deben evaluar las implicaciones de estos cambios. Aunque algunas industrias podrían tener menores costos a corto plazo, la degradación ambiental podría generar costos a largo plazo y afectar la reputación empresarial.