
Donald Trump ha presentado una nueva propuesta de política sanitaria que, según versiones preliminares, restringiría considerablemente el acceso a las vacunas contra la COVID-19 en Estados Unidos. En recientes declaraciones de campaña, Trump sugirió reducir la inversión federal y desmontar parte de la infraestructura nacional de distribución de vacunas, lo que marcaría un giro sustancial respecto a las estrategias adoptadas durante la pandemia. La propuesta forma parte de su plataforma electoral, orientada a reducir la intervención del gobierno federal en temas de salud pública.
Descentralización y riesgo de desigualdad sanitaria
Una consecuencia inmediata de esta política, de ser implementada, sería una descentralización significativa en la administración de vacunas, dejando la responsabilidad en manos de los estados y del sector privado. Este cambio presuntamente aumentaría las desigualdades en el acceso a la vacunación, particularmente en comunidades con menores recursos o capacidades logísticas limitadas. Además, podría comprometer la capacidad del país para responder de manera coordinada ante futuras pandemias o brotes de enfermedades infecciosas.
Una estrategia de campaña que desafía el enfoque centralizado
El planteamiento de Trump refleja su ya conocido escepticismo hacia las políticas sanitarias centralizadas, y busca conectar con votantes que promueven la autonomía individual y la reducción del rol del Estado. Al deslindar al gobierno federal de la distribución masiva de vacunas, el exmandatario propone un modelo que, según sus críticos, podría debilitar la preparación nacional ante emergencias sanitarias. Esta postura abre un nuevo frente en el debate electoral sobre cómo debe manejarse la salud pública en contextos de crisis.