
La administración Trump ha reconfigurado parte del presupuesto destinado a la investigación científica federal, redirigiendo fondos hacia áreas consideradas prioritarias por el gobierno. Esta medida ha afectado proyectos en curso vinculados a la ecología aviar y al desarrollo de programas de alfabetización en inteligencia artificial, entre otros. Según versiones preliminares, la reorientación presupuestaria busca concentrar recursos en iniciativas con impacto más inmediato, aunque ha generado malestar en distintos sectores académicos.
Una de las consecuencias directas de esta decisión es la posible paralización o ralentización de estudios que, pese a parecer menores, contribuyen significativamente al avance del conocimiento científico y al desarrollo tecnológico. Investigadores advierten que la interrupción de estos proyectos compromete la generación de datos fundamentales y pone en riesgo la continuidad de líneas de trabajo que requieren consistencia a largo plazo.
La polémica en torno a los criterios de asignación de recursos ha reactivado el debate sobre el papel del Estado en la financiación de la ciencia básica frente a la aplicada. Expertos alertan que decisiones de este tipo podrían afectar la posición de liderazgo de Estados Unidos en ciencia e innovación, y subrayan la necesidad de una política pública equilibrada que respalde el progreso científico sostenible.