La administración Trump evalúa reducir los aranceles del 25% sobre automóviles y autopartes importadas, en respuesta a crecientes preocupaciones del sector automotriz. Según fuentes preliminares, la industria ha advertido que mantener los gravámenes actuales podría debilitar la competitividad de las plantas en Estados Unidos y afectar el empleo local.
De concretarse, la medida implicaría una reconfiguración de las estrategias comerciales y logísticas de los fabricantes, tanto nacionales como extranjeros. Las compañías tendrían que ajustar sus planes de importación, producción y precios, en un contexto de política comercial en transformación que también podría impactar las negociaciones bilaterales con grandes economías exportadoras.
Este giro en la postura arancelaria de Estados Unidos subraya un intento de equilibrar protección industrial con estabilidad económica. Sin embargo, también abre interrogantes sobre la dirección futura de la política comercial y el impacto en las relaciones internacionales del sector automotor.
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